miércoles, 20 de mayo de 2015

Asi vivio Pueblo Nuevo la octava estrella



“Yo quiero cantarle al mágico hechizo de tus paisajes”, versa Chucho Corrales en su obra musical en la que resalta la grandeza de nuestra Tierra Tachirense. Este axioma se antoja preciso para expresar la maravillosa escena que se congenió este domingo en el Polideportivo de Pueblo Nuevo para enmarcar la obtención de la octava estrella aurinegra.

Desde el lunes anterior se anunció un Templo Sagrado copado de 40 mil Aurinegros, lo que no se tenía asegurado y resultó un regalo sorpresivo de la naturaleza, fue el clima encantado que albergó el escenario: Regresó el frio y hasta la neblina se hizo presente en una postal que nadie podrá olvidar como el prólogo sensorial al triunfo obtenido y que dejó el 17 de mayo escrito en el palmarés glorioso del Deportivo Táchira F.C.

Describir el panorama de este domingo inolvidable en Pueblo Nuevo, amerita cerrar los ojos para revivir el colorido amarillo y negro que se pintó con globos en las tribunas, la bandera enorme de Venezuela que se desplegó junto a las insignes camisetas Aurinegra y Vinotinto, durante unos minutos inigualables con el fondo nacionalista de los acordes de nuestro Gloria al Bravo Pueblo. Táchira es Venezuela se leía en la central, como muestra de ser el mejor del territorio nacional simbolizado en los trazos de un mapa oro y petróleo.

Alrededor, y como si todo fuera parte de un tapiz  diseñado  y estilizado por los mejores artistas gráficos del planeta, los representativos pinos de las montañas andinas con su sinfonía de verdor que abriga a la parte alta de la ciudad, se tejieron armoniosamente con el blanco tenue del frio ensoñador de la tierra cordial de Venezuela.


El cielo se pintaba de alegría anunciando la llegada de una nueva estrella, en el campo de juego los dirigidos por Daniel Farías gestaban el lauro, con hidalguía y la fuerza inspiradora que bajaba de las gradas consiguieron cerrar un ciclo de mucho esfuerzo con el honor de la victoria. La fiesta estaba prendida y no dejarían que la visita la frustrara.

Como toda gran relato digno de inmortalidad, contaría con los elementos discursivos necesarios: la ansias de la previa, el “Sale Campeón” al unísono por 37 mil 365 tenores que anunció el comienzo de los 90 decisivos, el ritmo frenético del drama en la cancha, el grito desgarrador del gol al 75´ y el silenció que habló en los últimos pasajes de sufrimiento, roto con los tres pitazos finales que subieron los decibeles del éxtasis, al punto de oírse en toda Venezuela el orgullo del pueblo tachirense por su equipo campeón.

La perfección se extendió, cada quien celebró a su manera. San Cristóbal se desbordó a las calles y masivamente brindó por su patrimonio deportivo, en un júbilo que aún se respira en esta tierra de gente trabajadora y futbolera. En el resto del país y del planeta, el sentimiento aurinegro diseminado también celebró la octava, seguramente entre el lamento de no haber sido testigo presencial del realismo mágico que se tomó a San Cristóbal en el inolvidable 17 de mayo de 2015, el día n eque bordamos la octava estrella al escudo que alimenta nuestra pasión.

“Tierra Tachirense” se reprodujo durante toda la noche en la voz de su autor Chucho Corrales, con esa melodía se estremecieron los corazones en medio de la gran fiesta y con el recorrido de su prosa se extendió el orgullo por cada rincón del estado, amén de que nuevamente los propios de estas latitudes de montañas y riberas se aferran al poder, esta vez por octava ocasión dentro del fútbol profesional venezolano.

Prensa Deportivo Táchira

0 comentarios:

Publicar un comentario